domingo, 18 de noviembre de 2012

Y a veces me pregunto. Pero casi nunca me contesto. Soy tan mujer conmigo misma que a veces da miedo. Hago como que no me oigo, como que estaba ocupada en otra cosa, la plancha, una receta nueva, la última serie de éxito en la televisión...me ignoro como si me fuese a llegar el periodo, o como si no hubiera dormido bien o las piernas me dolieran de pasear sin moverme. Un día, ruego por un día que no tenga que ignorarme y pueda decirme  a las claras lo que pienso, lo que me muerde la lengua mientras sonrío. Pero no llega. No dejo que llegue. ¿Quién abriría la caja de Pandora haciendo tanto frío fuera? _Tanto frío dentro_.
Y te agradezco el poema...no me lo regalaste, pero lo encontré con tus pistas. Nunca me pusiste nada fácil.


DE ENTRECASA
No es la gran soledad
son los pequeños vacíos
horas en que la oficina
te fagocita,
exprime.
El tiempo que el niño duerme
su frágil siesta de hilo
y yo administro la rutina
cotidiana y doméstica,
malabarismos de la nada.
No son los grandes dolores
son las pequeñas frustraciones
el diario sin leer
las uñas hace tres días sin pintar
el no poder hacer el dobladillo del vestido de salir
ni necesitarlo.