“Hicimos lo que pudimos”. No podía
entenderlo, frente a mí estaba aquel médico rural con aquellas manos demasiado callosas, aquel pelo demasiado encrespado, aquellos ojos
demasiado juntos. ¿A quién se refería? ¿Quienes eran ellos? Y además, ¿quién
había muerto? Debía ser alguien a quien yo conocía porque se dirigía a mí, pero
no podía pensar con claridad. Quizá me lo impedía la sangre que fluía, cada vez más despacio, desde la sien. Quizá , la sábana
con la que me cubrieron la
cabeza. Aún hoy, sigo sin saber de quien se trataba. Y es una
lástima, porque siempre me gustó ir de entierro.
martes, 8 de mayo de 2012
viernes, 4 de mayo de 2012
jueves, 3 de mayo de 2012
_¿Y si de repente abres la puerta y detrás resulta que no había un abismo, ni una tormenta? ¿Y si la verdadera tormenta estuviera en el silencio en el que nos escondemos?
_No lo sé. No quiero ir a comprobarlo.
_Aquí acabaremos muriendo igual.
_Pero si nos quedamos aquí acabaremos deseando morir, y será fácil, será lo que deseamos, habremos cumplido nuestras expectativas.
_Entonces deja que te mate.
_No lo sé. No quiero ir a comprobarlo.
_Aquí acabaremos muriendo igual.
_Pero si nos quedamos aquí acabaremos deseando morir, y será fácil, será lo que deseamos, habremos cumplido nuestras expectativas.
_Entonces deja que te mate.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)